sábado, 29 de mayo de 2010

Gabriela Mistral. Datos biográficos.







En una casa de adobes en la ciudad de Vicuña, provincia de Coquimbo, en el valle del Elqui, nació, el 7 de abril de 1889, Gabriela Mistral, con el nombre de Lucila Godoy Alcayaga. Era hija de don Jerónimo Godoy y de doña Petronila Alcayaga.





En la existencia de la insigne poeta chilena, según Max Henríquez Ureña, hay que distinguir cuatro etapas: la provinciana, la nacional, la continental y la universal.











ETAPA PROVINCIANA. ( Hasta 1914)











Su padre, don Jerónimo, era maestro primario. Aficionado a los vinos y a las fiestas con los amigos, abandonó el hogar cuando Lucila tenía apenas tres años. La madre y la hermana mayor, hija de un matrimonio anterior, debieron enfrentar la mantención de la casa y la educación de Lucila.





En una carta escrita por la poetisa, ha dicho que "su tierra de origen" fue para ella Montegrande, donde pasó su infancia desde los tres a los nueve años.





Las costumbres patriarcales de ese tiempo en la zona alivianaban el trabajo de las mujeres.





Doña Petronila contaba con el exiguo sueldo de maestra primaria de su hija Emelina. Cuando deseaba socorrer a alguien que se encontraba en situación más estrecha que la de ella, acudía a quienes habían logrado buenas cosechas, solicitando ayuda. Nunca se vio defraudada.





Era doña Petronila amistosa, tenaz. Apenas sabía leer y escribir.





Había en Montegrande una especie de atmósfera bíblica, que llegó hasta la niña a través de su abuela materna. Una mujer puritana y severa, con la que se contactaba domingo a domingo. Le leía la Biblia y procedía a deshacer lo que ella consideraba atuendos profanos, rizos en el pelo, alforzas en los vestidos. Leía a los niños trozos de Salmos de David, Job, El Cantar de los Cantares, lo que más tarde se vio reflejado en la obra literaria de la nieta.





Entre los nueve y catorce años, Lucila vive en un ambiente hostil, cambiando frecuentemente de escuela. La convivencia con su madre fue siempre dificil. Se parecía a su padre en rasgos físicos y en su carácter. Para ambas constituía un resabio de un mal recuerdo. Tampoco mantenía comunicación con sus compañeras. Se dañó con esto el alma de Lucila, produciéndole heridas que no pudieron cerrar los éxitos literarios ni los viajes al extranjero. Nunca olvidaba los recuerdos dolorosos, que se convirtieron en un constante tormento.





Físicamente era alta y delgada. Tenía ojos claros, tez de color trigueño, que a cualquier mujer le habrían permitido sentirse hermosa, pero ella se sentía desfavorecida de atributos físicos. El escritor argentino Alberto Gerchunoff la recuerda: "Parecíame una campesina venida a la ciudad y que en medio del tumulto urbano conservaba el ademán desenvuelto y amplio de la labradora que siembra, o una santa, como debían ser las santas en la realidad de su piadosa limitación."





En 1904 colaboraba en el periódico "Coquimbo", que se editaba en la ciudad de La Serena, ocultando su nombre tras los seudónimos de "Alguien", "Alma", "Soledad".




Desde muy temprana edad ejerció el magisterio, profesión que, como se ha recordado ya, era la de su hermana mayor, Emelina, y también la de su padre. En 1905 trabajó como ayudante en la escuela de La Compañía, aldea vecina a Vicuña.




En 1906 servía una plaza de maestra en la escuela de La Cantera, cuando conoció a Romelio Ureta, el gran amor de su vida. Romelio era conductor de trenes y tenía unos veiticinco años. Se inició entre ambos un idilio que no tuvo feliz final. Según palabras de la poetisa, confiesa: "Yo tenía un carácter irascible; nos amábamos de verdad... Transcurrieron cinco años en los que, cuando nos divisábamos, huíamos el uno del otro. Nos odiábamos... Durante un tiempo se dio a una vida de relajación y de mujeres... Gastaba más de lo que ganaba y tuvo que robar."




El 25 de noviembre de 1909, Romelio se suicidó dándose un balazo en las sienes. Llevaba en uno de sus bolsillos un papel con el nombre de Lucila Godoy. Fue este suceso una tragedia que dejó profundas huellas en su corazón y se constituyó en la fuente inspiradora de`poesías que la llevarían a la inmortalidad, como "Los sonetos de la Muerte", "El ruego", "La Virgen de la Colina", "Interrogaciones". Gravitó siempre en su alma el remordimiento de no haberlo apartado del mal camino. Por eso dice en "La Virgen de la Colina": "El que duerme, rotas las sienes, era mi alma ¡ y no lo salvé!"








En "Los sonetos de la Muerte": ¿Que no sé del amor, que no tuve piedad"?




¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!"




En "Interrogaciones" se pregunta: ¿Como quedan, Señor, durmiendo los suicidas?"




En "El ruego" suplica a Dios indulgencia: "¡Di el perdón, dilo al fin!"




Así como Pasteur no fue médico, San Francisco de Asís no fue sacerdote, Bello no fue abogado, Gabriela Mistral no realizó estudios profesionales sistemáticos para ejercer la Pedagogía.




En 1910 se presentó a rendir examenes en la Escuela Normal de Santiago y obtuvo el título de profesora básica.




En 1923, el Consejo de Instrucción Primaria, acogiendo una proposición del rector de la Universidad de Chile, le concedió el título de profesora de Castellano. Aunque en 1911 es nombrada para servir en el Liceo de Traiguén como profesora de Higiene, y en 1912 como inspectora y profesora de Castellano en el Liceo de Los Andes, su etapa provinciana prosigue hasta el momento de su primer gran éxito en las letras.







ETAPA NACIONAL. (Desde 1914)







En 1914, durante la presidencia de don Ramón Barros Luco, el 12 de diciembre, obtuvo la más alta distinción en un certamen literario que se efectuó con el nombre de "Juegos Florales". La poetisa compitió presentando "Los sonetos de la Muerte". Desde entonces comienza a usar su seudónimo de Gabriela Mistral.




Con el premio obtenido en los Juegos Florales salió del marco de su provincia, de su escuela rural, y comenzó a difundirse en el ámbito nacional chileno y a dar los primeros pasos hacia la conquista de un prestigio en el exterior.



Pasó a escribir en revistas nacionales y aun del extranjero. En "Zig-Zag" y "Sucesos" fueron publicadas sus mejores composiciones poéticas.



En 1917 aparecen cincuenta y cinco poemas suyos en los libros de lectura de Manuel Guzmán Maturana.



En 1918 fue nombrada directora de liceo en Punta Arena, en Temuco en 1920 y en 1921 en el Liceo nº 6 de Niñas de Santiago.



La incorporación de Gabriela Mistral a la carrera en cargos directivos docentes contó con el decisivo apoyo de un político influyente, don Pedro Aguirre Cerda.





ETAPA CONTINENTAL (desde 1922)





Federico de Onís, prestigioso catedrático español que se desempeñaba en la Universidad de Columbia, en Nueva York, difundió la obra poética de Gabriela Mistral en una de sus conferencias. Asistían a ellas profesores norteamericanos de español, que se sintieron motivados a conocer mejor la producción de la poetisa chilena. Decidieron recopilarla en un libro, que apareció en 1922 con el titulo de "Desolación".



En ese mismo año, el gobierno de México, por intermedio del ministro José Vasconcelos, la invita a participar en la reforma educacional que estaba en desarrollo en aquel país.



Recibe Gabriela varios homenajes en la nación del norte, donde en su honor se inaugura la escuela-hogar que lleva su nombre, una de las más importantes en su género.



Casi simultáneamente se publica allí la primera edición de su libro "Lecturas para mujeres", con un tiraje de veinte mil ejemplares.





ETAPA UNIVERSAL (1924)





En 1924, Gabriela Mistral efectúa su primer viaje a Europa. En Madrid aparece un volumen de versos suyos, con el nombre de "Ternura". Ese mismo año visita Estados Unidos y países de Europa, como Italia y Francia. En 1925 se la recibe en Brasil, Uruguay y Argentina. Es objeto de cálidos homenajes en dichos países.


En 1926 es designada secretaria de una de las secciones de la Liga de las Naciones. Aparece la tercera edición de su libro " Desolación". Es nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra.


En 1927 asiste, como representante de la Asociación de Profesores de Chile, al Congreso de Educadores de Suiza, que se celebra en Locarno. Su trayectoria internacional, año a año, se proyecta hacia distintos lugares. Su carrera consular comienza en 1932, en que es nombrada cónsul particular de libre elección. Sus labores como tal se inician en Génova, pero no las ejerce, porque sus ideas son contrarias a la ideología imperante en Italia.


En julio de 1933, en Madrid, se desempeñó en el cargo que antes ocupaba el poeta Víctor Domingo Silva. Se traslada a Lisboa con el mismo cargo. En 1938 es publicado en Buenos Aires su libro "Tala", editado por "Sur", sello dirigido por Victoria Ocampo. Destinó Gabriela Mistral los fondos recaudados a financiar albergues de niños catalanes afectados por la guerra civil española.


Su labor consular prosigue en Brasil, con sede en Niteroi, y después en Petrópolis. En 1943 es sacudida- el 14 de agosto- por el suicidio de su hijo adoptivo, Juan Miguel Godoy, en la última de dichas ciudades. Tenía el joven 17 años.


En 1945, el 15 de noviembre, se le comunica que ha sido galardonada con el Premio Novel de Literatura. Lo recibió el 12 de diciembre del mismo año, de manos del Rey Gustavo de Suecia.


Se la distingue en 1950 con el premio Serra de las Américas, concedido en Washington por The Academy of Franciscan History.


En 1951 obtiene el Premio Nacional de Literatura, otorgado en Chile. Por entonces era Cónsul en Nápoles.


En 1954 visita Chile por última vez y se le rinden honores por su larga trayectoria en el mundo de las letras. Ese mismo año es publicado en Santiago, por la Editorial del Pacífico, su libro "Lagar".


En 1957, después de una larga enfermedad, fallece- el 10 de enero- en el Hospital General Hampstead, en Nueva York. Sus restos son llevados a Chile y el pueblo le rinde el último homenaje después de tres dias de duelo oficial. Es sepultada el 21 de enero en Montegrand. Pocos meses más tarde se edita "Recados contando a Chile" (prosa).


El 17 de noviembre de 1956 se emite por disposición testamentaria un decreto oficial que dona el derecho de sus obras publicadas en América del Sur a los niños del pueblo en que pasó parte de su infancia y en el cual descansan sus restos mortales.

En 1958 son editadas en Chile "Obras selectas", de Gabriela Mistral, con prólogos y notas del sacerdote agustino Alfonso Escudero.

En 1967, Editorial Pomaire publica "Poema de Chile". Ese mismo año aparece "Motivos de San Francisco".

A partir de 1978, en forma también póstuma, se editan no menos de diez volúmenes en que diferentes investigadores y críticos recopilan las prosas mistralianas, en gran parte desconocidas hasta entonces.

Después de haber conocido la biografía de Gabriela Mistral y leído sus poemas, difícilmente podrá dejar de captarse la directa relación entre estos y aquella.

Los motivos de la poesía mistraliana se nutren, indudablemente, de la experiencia vital de la poetisa.

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