martes, 9 de septiembre de 2014
La flor de Mburucuyá. autor Fernán Silva Valdés.
Me llaman la pasionaria
por los símbolos que invisto;
Soy la corona de espinas
que le pusieron a Cristo.
En mi se ve la columna
donde Jesús fue azotado,
y los tres clavos que hirieron
sus pies y sus dulces manos.
Muestro así mismo las cuerdas
con que lo ataron, y luego
enseño las cinco llagas
más que de sangre, de fuego.
Tengo el color de su carne
castigada, azul, violeta;
yo soy la simbología
del Redentor, más perfecta.
Mi fruto es anaranjado,
liso, ovalado, dulzón;
me parten y luzco adentro
granitos de corazón.
Todo esto me rodea
de un misterio singular;
me miran, y soy belleza;
me piensan, y hago rezar.
Dicen que somos doscientas
variedades diferentes,
todas igual conformadas
para las sienes y frentes.
Por eso el pueblo nos ama,
nos lleva en su admiración
y nos puso por buen nombre
el de flor de la pasión.
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