¡Ay, luna nueva, fresquita
como una hilacha del rio
que en el cielo azul y vago
la tarde dejó perdida!
¡Ay, luna recién llegada
que en el fondo de mi alberca
semejas una pestaña
caída en el agua quieta !
He de pedirte una gracia...
(Dicen que es bueno pedirla
cuando la luna es así,
delgada y recién nacida.)
Ampárame con tu embrujo
esta pálida sonrisa
que después de tanto tiempo
vuelve a prestarme la dicha.
Haz que ella crezca contigo
y que me alumbre la cara,
como tú, cuando pareces
una medalla dorada.
Luna fina de febrero,
sobre el mar y sobre el campo:
¡Sé cordial a mi dulzura,
como lo fuiste a mi llanto!
* * * * *
lunes, 9 de febrero de 2009
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