El día que llegaste con tu ofrenda de amor,
una voz, que surgía de mi mundo interior,
susurróme muy quedo: "He aquí un nuevo dolor."
Otros claman y ruegan, con fiebre en la mirada.
Yo te besé en los ojos y no te pedí nada.
Sólo ansiaba el deleite de una dicha callada.
Me juraste cien veces un amor sin olvido.
Mas la voz, al compás de mi propio latido,
murmuraba: "Estas frases ya las hemos oído."
Y volvieron los éxtasis, los suspiros, el beso...
Y la voz que insistía, con un ritmo de obseso:
"Corazón, ¿no recuerdas en que acaba todo eso?..."
Hoy, si busco tus ojos, tu ternura, tu risa,
sólo encuentran mis manos un montón de ceniza:
el rescoldo de un ascua que en la sombra agoniza.
Y la voz misteriosa me repite: "El amor
es rosal de otros climas, que no alcanza a dar flor...
Sólo existe algo eterno: el dolor...,¡el dolor!"
* * * * * * * * * * * * * * * * * * *
miércoles, 19 de agosto de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario