El Divino Señor, bajo la fría
impasibilidad del firmamento,
tronchado por el último tormento
en el regazo maternal yacía...
Ni un reproche, ni un ¡ay! ¡Solo se oía
en aquel melancólico momento
como un susurro musical, el lento
gotear de los ojos de María!
El llanto de la madre que bañaba
el cadáver del hijo, se mezclaba
con los grumos de sangre carmesíes.
Y eran así las carnes nazarenas:
un búcaro de lirios y azucenas
cubierto de diamantes y rubíes.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
martes, 26 de mayo de 2009
Coloquio bajo el olivo. Andres Eloy Blanco. Autor.
Por mí, la flor en las bardas
y la rosa de Martí,
por mí el combate en la altura
y en la palabra civil;
para mí no hay negro esclavo,
para mí no hay indio vil,
por mí no hay perro judío
ni hay español gachupín.
El bravo ataca el sistema
y respeta al paladín,
el Cid abre herida nueva,
no pega en la cicatriz
y es pura la niña mora
como las hijas del Cid.
Por mí, ni un odio, hijo mío,
ni un solo rencor por mí,
no derramar ni la sangre
que cabe en un colibrí,
ni andar cobrándole al hijo
la cuenta del padre ruin
y no olvidar que las hijas
del que me hiciera sufrir
para ti han de ser sagradas
como las hijas del Cid.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * *
y la rosa de Martí,
por mí el combate en la altura
y en la palabra civil;
para mí no hay negro esclavo,
para mí no hay indio vil,
por mí no hay perro judío
ni hay español gachupín.
El bravo ataca el sistema
y respeta al paladín,
el Cid abre herida nueva,
no pega en la cicatriz
y es pura la niña mora
como las hijas del Cid.
Por mí, ni un odio, hijo mío,
ni un solo rencor por mí,
no derramar ni la sangre
que cabe en un colibrí,
ni andar cobrándole al hijo
la cuenta del padre ruin
y no olvidar que las hijas
del que me hiciera sufrir
para ti han de ser sagradas
como las hijas del Cid.
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lunes, 4 de mayo de 2009
Coloquio bajo la palma. Autor Andrés Eloy Blanco.
Lo que hay que ser es mejor
y no decir que se es bueno
ni que se es malo,
lo que hay que hacer es amar
lo libre en el ser humano,
lo que hay que hacer es saber,
alumbrarse ojos y manos
y corazón y cabeza
y después ir alumbrando.
Lo que hay que hacer es dar más
sin decir lo que se ha dado,
lo que hay que dar es un modo
de no tener demasiado
y un modo de que otros tengan
su modo de tener algo,
trabajo es lo que hay que dar
y su valor al trabajo
y al que trabaja en la fábrica
y al que trabaja en el campo,
y al que trabaja en la mina
y al que trabaja en el barco,
lo que hay que darles es todo,
luz y sangre, voz y manos,
y la paz y la alegría
que han de tener aquí abajo,
que para las de allá arriba,
no hay por qué apurarse tanto,
si ha de ser disposición
de Dios para el hombre honrado
darle tierra al darlo a luz,
darle luz al enterrado.
Por eso quiero, hijo mío,
que te des a tus hermanos,
que para su bien pelees
y nunca te estés aislado;
bruto y amado del mundo
te prefiero a solo y sabio.
A Dios que me dé tormentos,
a Dios que me de quebrantos,
pero que no me de un hijo
de corazón solitario.
* * * * * *
Este poema es una exaltación del espíritu de superación del ser humano,
de la necesidad de estudiar y prepararse (alumbrarse como dice el poeta)
con el objetivo siempre presente de utilizar esas luces para, a su vez,
irlas transmitiendo y difundiendo. Es también un himno al trabajo, un canto
a la igualdad social, un mandato a la educación de los hijos, la libertad y la
democracia. "Coloquio bajo la palma" fue publicado en 1955 en su obra Giraluna,
poco después de su muerte.
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y no decir que se es bueno
ni que se es malo,
lo que hay que hacer es amar
lo libre en el ser humano,
lo que hay que hacer es saber,
alumbrarse ojos y manos
y corazón y cabeza
y después ir alumbrando.
Lo que hay que hacer es dar más
sin decir lo que se ha dado,
lo que hay que dar es un modo
de no tener demasiado
y un modo de que otros tengan
su modo de tener algo,
trabajo es lo que hay que dar
y su valor al trabajo
y al que trabaja en la fábrica
y al que trabaja en el campo,
y al que trabaja en la mina
y al que trabaja en el barco,
lo que hay que darles es todo,
luz y sangre, voz y manos,
y la paz y la alegría
que han de tener aquí abajo,
que para las de allá arriba,
no hay por qué apurarse tanto,
si ha de ser disposición
de Dios para el hombre honrado
darle tierra al darlo a luz,
darle luz al enterrado.
Por eso quiero, hijo mío,
que te des a tus hermanos,
que para su bien pelees
y nunca te estés aislado;
bruto y amado del mundo
te prefiero a solo y sabio.
A Dios que me dé tormentos,
a Dios que me de quebrantos,
pero que no me de un hijo
de corazón solitario.
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Este poema es una exaltación del espíritu de superación del ser humano,
de la necesidad de estudiar y prepararse (alumbrarse como dice el poeta)
con el objetivo siempre presente de utilizar esas luces para, a su vez,
irlas transmitiendo y difundiendo. Es también un himno al trabajo, un canto
a la igualdad social, un mandato a la educación de los hijos, la libertad y la
democracia. "Coloquio bajo la palma" fue publicado en 1955 en su obra Giraluna,
poco después de su muerte.
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